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NUESTRA VOZ

La voz de un alcohólico anónimo

Sus heridas nos han salvado


No es fácil asumir y declarar nuestras adicciones y nuestros defectos de carácter ante otros que al igual que yo se consideran enfermos. Sin embargo, todos los padrinos y todas las madrinas que conformamos el grupo coincidimos en que ni la confesión con algún ministro religioso ni la visita a psicólogos y mucho menos los consejos de familiares o amigos han podido lograr aquel proceso de sanación que se desata cuando subimos a la tribuna para con sinceridad y sin miedo de ser juzgados hablamos de nuestras penas y alegrías.

Estar de frente a todos los padrinos, desde los que vamos iniciando como los que ya tenemos camino recorrido, enseñando nuestras heridas, surte un efecto sanador, pues nuestro interior se tranquiliza al saber que somos escuchados y comprendidos por otros que aceptan padecer un dolor parecido al nuestro. Sin embargo, no se trata de realizar conmiseraciones grupales y mucho menos de crear un ambiente de complicidad, pues cuando un miembro del grupo  sube a la tribuna a compartir su pena o alegría sabe que para su sanación otro u otra miembro del grupo le apadrinara con una pequeña sugerencia no obligatoria para combatir o disfrutar dicha pena o alegría.

En pocas palabras, la exposición de las heridas entre los miembros de Aprendiendo a Vivir A.A. tiene las finalidades fundamentales de dar cobijo en la soledad que vivimos los miembros y algunas pistas que nos ayuden a mantenernos sobrios durante 24 horas. Sabemos que no es el único grupo ni la única posible solución para nuestros males, pero si reconocemos que en Aprendiendo a Vivir encontramos una herramienta exponer nuestras heridas y construir desde ellas el ser humano que queremos ser para nosotros mismos y para nuestra familia

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